El debate sobre la venta del 20 por ciento de Ecopetrol desnudó el panorama fiscal del país

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ESPUMA DE LOS ACONTECIMIENTOS
El debate sobre la venta del 20 por ciento de Ecopetrol desnudó el panorama fiscal del país
Abdón Espinosa Valderrama. Columnista de EL TIEMPO.

La propuesta de extender el pago del IVA a los más pobres no resuelve los problemas de los ingresos de la Nación y sí agrava su situación.

Escenarios y riesgos de la reforma tributaria

Por feliz casualidad, el debate en el Senado sobre la iniciativa de privatizar a Ecopetrol en un veinte por ciento empezó a descorrer los velos del escenario fiscal en que ha de enmarcarse la propuesta de reforma tributaria. Recostado como ha venido el Presupuesto nacional en la jugosa bonanza petrolera, urgía establecer hasta dónde habría de afectarlo su mengua prematura, aunque otros factores adventicios se pasen por alto.

Al fisco no le sería fácil prescindir de una transferencia tan importante como la de 7,2 billones de pesos que en su favor efectúa dicha empresa pública. Ciertamente, en virtud de la operación propuesta podría reducirse la participación de la Nación en las utilidades, pero no las regalías ni los impuestos, salvo que la norma sugerida sobre reinversión de utilidades los anulara. El contralor general de la República, Antonio Hernández Gamarra, informó a la mencionada corporación que en cinco años la deuda interna se ha incrementado en la suma de 60 billones. En la actualidad, su monto asciende a 104 millones. En apenas seis meses, ha subido 7 billones. De donde se deduce cómo habría de multiplicarse si los ingresos provenientes de Ecopetrol se derrumbaran y si su desmedro no se compensara con menores gastos o mayores impuestos.

El proyecto de reforma tributaria no plantea aumento de la recaudación. Preserva el nivel del 15,8 por ciento del PIB, limita a 282 artículos el farragoso estatuto de 1.100 y reorganiza cargas y tratamientos fiscales. En la exposición de motivos se advierte que por la urgencia de atender cada año a las nuevas obligaciones estatuidas en la Constitución del 91 fue menester expedir sucesivas reformas sin mayor miramiento por su lógica y su coherencia.

Dentro de la reestructuración propuesta, se reducen, suprimen e incluso se elevan gravámenes, en forma que lo uno compense lo otro. La novedad más costosa, de cerca de un billón de pesos, es la del cambio de la depreciación gradual por la deducibilidad inmediata de la adquisición de activos fíjos. Adicionalmente, se reduce la tarifa del impuesto a la renta para hacerla competitiva en el plano internacional y se suprimen los gravámenes de timbre, patrimonio y remesas.

La carga de las innovaciones da trazas de recaer en la extensión y generalización del IVA. Los ingresos tributarios, por este concepto, podrían ascender a 2,6 billones de pesos en el 2007. Pero de ellos se le restituirían a los estratos 1 y 2 sus desembolsos por la suma de 1,2 billones. Conforme se ha registrado ya en esta columna, el recaudo neto quedaría, así, en 1,4 billones. Del mismo modo como parece indispensable tener en cuenta el escenario fiscal, también resulta menester considerar y sopesar el social. A quienes carecen de capacidad contributiva, no parece equitativo ni prudente obligarlos a sacar fuerzas de su extrema penuria y desamparo para cumplir el deber de pagar tributo al Tesoro Público. No perciben ingreso mínimo vital por indolencia, sino porque se les escatima el derecho al trabajo y su retribución. Los harapos y el hambre son muchas veces su amarga compañía.

En medio de la discusión con respetables centros académicos, los organismos gubernamentales han reconocido la existencia en el país de 7,5 millones de indigentes, cuyos ingresos son tan precarios (si los tienen) que no pueden adquirir la canasta básica de alimentos. Asimismo, la de al menos 21 millones de pobres, con ingresos inferiores al valor de la canasta básica familiar.

No obstante esta circunstancia, se aspira a gravar el consumo o el uso de tales bienes por el afán de ampliar el número de contribuyentes. En verdad, se les restituirían sus desembolsos, a través de un mecanismo engorroso y azaroso. Pero aun con devolución ulterior, la cifra colosal de la succión revela una carga temporal (y por añadidura periódica) que no se compadece con la condiciones adversas de quienes van a sufrirla. Este y otros puntos conviene examinarlos con máxima serenidad y objetividad.

* abdesp@cable.net.co